viernes, 8 de septiembre de 2017

El niño del carrito

Todo aquel que tenga en su familia cercana un niño con autismo sabe el reto que puede suponer llevar al niño a algo tan simple como es comprar en el supermercado, no puedo evitar recordar aquella canción ochentera de "Horror en el hiper mercado" de "Alaska y los Pegamoides". Mucho caos, ruido y gente andando por todos lados, colas interminables y paseos por sitios distintos.
El reto de ellos es lidiar con el ruido y la gente, para ellos es una tortura, la solución que yo le he dado a eso es evitar en la medida de lo posible ir fines de semanas con él (sin el también lo evitamos, aunque a veces no queda otra) vamos días de diario que sepamos que hay menos gente y así le evitamos el mal rato, además le anticipamos la visita para que vaya "preparado", pero en mi casa el reto mayor siempre ha sido que David no soporta esperar colas, no las entiende, además de que no entiende el "deambular" que hacemos cuando vamos a una tienda... ¿nunca os habéis dado cuenta? vamos haciendo recorridos lentamente sin destino claro aparente, volviendo de nuestros pasos, dando la vuelta, parando y volviendo a andar mientras soltamos y cogemos distintas cosas, bien, eso él no lo entiende y no tiene paciencia para seguirnos en nuestro "deambular sin sentido".
Pues hace ya un año dimos con la solución a eso, el carrito... sí, sí... el que todos usáis para llevar vuestras compras, yo lo uso para llevar a mi hijo ¡y no os imagináis lo contento que va!, llegamos al centro comercial, le ponemos un cojín para el culete y lo sentamos en el carro. Gracias a eso David pasa la tarde de forma muy agradable, de hecho le encanta.
Así lo hacemos desde hace un tiempo, si lo bajamos no aguanta, por lo que hay galerías en el C.C en las que no podemos entrar porque no cabe el carrito o porque no están permitidos en el establecimiento, pero no importa... Vamos a las que sí podemos, que son la mayoría.
Y luego está la gente... la gente nos mira, claro, pero sin carrito también nos han mirado siempre, a veces con pena... otras con más maldad, otras nos dan ánimos (si, ánimos, como si fuésemos a concursar en algún sitio y no nos supiéramos bien las respuestas) Es algo que ya no nos afecta y a lo que estamos muy acostumbrados, la verdad. 
Sé que es una solución temporal, cuando sea más grande y no le quepa el culete no podremos hacerlo igual, pero qué queréis que os diga, disfrutamos de muy buenos ratos de compras en familia y mientras podamos vamos a seguir haciéndolo, cuando no se pueda ya se verá cómo lo hacemos. Pero mientras mis hijos puedan disfrutar el uno del otro y estemos en familia y bien... me da todo igual. Me miren, no me miren o me dejen de mirar, porque como bien dice el refrán... "Ande yo caliente, ría se la gente".
Lo único que necesitamos es que abráis un poco la mente, aceptéis lo que se sale de vuestra "normalidad" y paciencia... si veis una mama por la calle que tiene a su hijo en medio de una rabieta... se paciente, entiende que es sólo una madre con su hijo... piensa, ¿qué harías si veis a cualquier  madre con su pequeño llorando porque no se le compra algo o por cualquier otra cosa? pues es lo mismo.
Con respecto a los centros comerciales y las barreras inclusivas que tenemos, la principal son las colas (el tema de la gente se soluciona eligiendo día de menos gente, al menos en mi caso) pero el problema de la espera no. 
Hoy por hoy sé que hay establecimientos en los que tienen cartas inclusivas (con pictogramas o con Braille) y también hay restaurantes que, si vas con tu pequeño con autismo, te preparan un sito más apartado, con entretenimiento para tu hijo y te dan preferencia para atenderte y servirte.
Pero sé que aún nos queda un largo camino por recorrer para que esto se normalice y sea aceptado por establecimientos y por clientela, por lo que nosotros seguiremos buscando nuestra comodidad y nuestra felicidad y nos seguiréis viendo en los supermercados con nuestro niño en el carrito de la compra, más feliz que una perdiz.

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